miércoles, 9 de enero de 2008

La mejor enseñanza (por Fernando Ariel García)


Descubrí a Ferro a través de las aventuras de Chicle Bang en la revista de Meteoro. Ya le había leído algunos otros trabajos, es cierto, sobre todo aquellos que venía publicando en el Patoruzú semanal y en las inolvidables páginas gauchescas del Libro de Oro de Patoruzú (tan infaltable en la mesa navideña como el turrón, el pan dulce y la sidra), pero fue gracias a las andanzas de este particular sheriff que quedé irremediablemente prendado de su trazo movedizo y juguetón, acompañado por unas palabras que moldeaban la risa en mi boca mientras me acomodaban algunas neuronas en la cabeza.

Siempre me gustó (me gusta, en realidad) el tipo de humor que desarrolló Ferro a lo largo de su vida y su carrera, a esta altura indisolublemente ligadas. Un humor simple pero muy inteligente, capaz de combinar las sutilezas que se descubren al pasar los años y el exabrupto que se capta con la inmediatez inocente de la niñez. Creo que ahí reside la frescura de sus historietas, hayan sido hechas hace cincuenta años o mañana.

En los tiempos de Chicle Bang yo estaba en el colegio primario. Las cosas afuera del aula no andaban muy bien. A decir verdad, adentro del aula tampoco. Y aunque la currícula educativa era bastante retrograda y represiva, gracias a Ferro tuve mi propio curso intensivo sobre el valor más indispensable de toda la condición humana: La Libertad.

No me di cuenta en ese momento, pero mis años formativos quedaron marcados por la lectura que hice de esas cuatro páginas semanales. Estoy seguro que, con su trabajo, Ferro me enseñó cómo hacer de mí una mejor persona. Y esa es una deuda que nunca voy a terminar de pagarle.
Gracias, Maestro.

Fernando Ariel García

Fernando Ariel García es Director de La Bañadera del Comic

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